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Al Amanecer: Vampiros, dioses antiguos y pasiones que desafían la eternidad

  

«Al Amanecer«: Veinte años de oscuridad, sangre y belleza

Han pasado más de veinte años desde aquella noche mágica en los cines Alfaville de Madrid, cuando las sombras de mi primera novela, «Al Amanecer«, cobraron vida por primera vez. La sala estaba llena. El aire vibraba con expectación y misterio. Los actores, entregados a la representación, recrearon las escenas más desgarradoras y sensuales de mi historia ante un público que parecía contener el aliento. Aquel no fue un simple estreno, fue el nacimiento de una leyenda, un pacto de sangre entre mis palabras y los lectores que aquella noche cruzaron el umbral.

Desde entonces, el tiempo ha pasado, pero la oscuridad que impregna «Al Amanecer» sigue latiendo en cada página, en cada susurro, en cada rincón olvidado donde los antiguos dioses aún murmuran sus secretos. Veinte años después, la obra no ha envejecido. Como un vampiro que se alimenta de las almas que lo leen, la historia permanece viva, sensual y aterradora.

Lilith: El principio y el fin

Quiero confesar algo: Lilith siempre ha estado conmigo. Ella es el fuego oscuro que encendió esta historia. La primera mujer de Adán, según los relatos apócrifos, aquella que fue expulsada del Edén por negarse a arrodillarse ante él. Lilith no es un demonio, no es una víctima, es la madre primigenia, la amante rebelde, la creadora de una estirpe que no teme a la eternidad ni a las tinieblas.

En «Al Amanecer», su sombra lo impregna todo. Ella es sangre y deseo, un eco de tiempos antiguos, una voz que llama a sus hijos desde el vacío. La ciudad perdida que yace bajo el desierto, los templos olvidados donde su nombre aún resuena, son solo piezas de un tablero en el que Lilith juega con nosotros, con los mortales, con los condenados, con quienes osamos recordar.

El evangelio prohibido y los vampiros ancestrales

El vampirismo en mi novela no es el que habéis leído mil veces. Aquí no hay monstruos románticos ni almas torturadas que buscan redención. En «Al Amanecer«, los vampiros son hijos de un mal más profundo, arraigado en el polvo de las civilizaciones olvidadas.

Y, sin embargo, no son meros villanos. Son los portadores de una verdad que el mundo moderno ha enterrado. Ellos recuerdan lo que nosotros hemos olvidado: que bajo la piel de nuestro tiempo siguen latiendo las sombras de dioses antiguos y que, tarde o temprano, esos dioses despertarán.

Gustavo Adolfo Bécquer: un poeta entre las sombras

Los románticos siempre tuvieron un pie en el mundo de los muertos, pero Gustavo Adolfo Bécquer cruzó la línea. En mi historia, el poeta se convierte en algo más. Un condenado, sí, pero también un amante, un mártir, alguien que vendió su alma por un amor prohibido y ahora vaga por la eternidad en busca de redención.

Siempre me fascinó su obra, sus «Rimas» y sus «Leyendas». Al escribir «Al Amanecer», me imaginé a Bécquer atrapado entre el horror y la belleza de un mundo que no termina nunca, un mundo donde la pasión y la muerte se entrelazan como amantes que no saben soltarse. Su tragedia, su fuerza y su debilidad lo convierten en uno de los pilares de esta historia.

León y el viaje sin retorno

León es el hilo conductor de este viaje, un mortal convertido en pieza clave de un juego que no comprende. En él, muchos os reconoceréis. León encarna el deseo, el miedo y la transformación. Es el elegido, el heraldo de una nueva era, pero también un hombre atrapado entre dos mundos, entre dos mujeres: Simona y Lidia, la salvación y la perdición, la sombra y la luz.

Desde las calles de Madrid, bañadas en luces de neón, hasta las arenas del desierto del Nefud, León camina una senda de sangre y descubrimiento. Con cada paso, su humanidad se desgarra, y la bestia que duerme en su interior despierta. Pero ¿qué significa realmente ser un monstruo? ¿No somos acaso todos prisioneros de nuestros propios deseos?

El desierto, la ciudad perdida y el fin de los tiempos

En «Al Amanecer», el desierto no es solo un escenario. Es un personaje en sí mismo, un lugar donde el tiempo no existe y donde las almas pueden perderse para siempre. Allí se encuentra la ciudad sagrada, el último vestigio de los dioses antiguos, el epicentro de un ritual que podría devolverlos a la vida.

Josué, el vampiro más antiguo, y Lidia, su hija oscura, buscan ese lugar. Su objetivo es claro: despertar a los dioses, reencarnarse en ellos y gobernar sobre vivos y muertos. Pero la ciudad no se deja encontrar fácilmente. Solo los soñadores, los condenados y los locos pueden llegar hasta ella. Y, cuando lo hagan, quizás sea demasiado tarde.

Un pacto con el lector

«Al Amanecer» no es solo una historia. Es un pacto entre tú, lector, y yo, el narrador. Es un viaje al corazón de las tinieblas, un descenso a los miedos más antiguos y profundos de la humanidad. Es también un canto a la belleza de lo prohibido, al poder de los mitos y al deseo insaciable de aquellos que se atreven a desafiar lo sagrado.

Veinte años después de su publicación, «Al Amanecer» sigue latiendo, esperando a nuevos lectores que se atrevan a abrir sus páginas y a enfrentarse a la oscuridad que allí habita. Porque la verdadera pregunta no es si los dioses despertarán. La verdadera pregunta es: ¿qué harás tú cuando lo hagan?

Recuerda, las sombras siempre avanzan… hasta que llega Al Amanecer.

 

@tolmarher

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♬ Departure (Reflection) – Max Richter

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