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Mi Viaje a Yucatán en 2015: El Origen de Lágrimas de Quetzalcóatl

  

En 2015, emprendí un viaje que marcaría no solo mi vida, sino también el alma de mi escritura. Yucatán, con su misticismo, su historia, y sus paisajes exuberantes, fue el epicentro de una investigación que me llevó a comprender la épica aventura de Hernán Cortés y el verdadero significado de la Hispanidad. Fue allí donde comenzaron a germinar las primeras líneas de Lágrimas de Quetzalcóatl, una de mis novelas más ambiciosas, que busca resucitar el espíritu de un tiempo donde el amor, el sacrificio y el esfuerzo humano se entrelazaron para dar forma a un nuevo mundo.

Recorrer Yucatán es como caminar en un libro abierto, cuyas páginas son las selvas, las ruinas mayas y los cenotes llenos de un silencio que invita a reflexionar. Desde las calles de Mérida hasta la grandeza de Chichén Itzá, cada rincón parecía susurrarme historias. Allí no solo sentí la presencia de aquellos días de gloria y tragedia, sino que pude entrelazar los ecos de las civilizaciones mesoamericanas con el titánico esfuerzo de los conquistadores españoles, hombres imperfectos pero inmortalizados por su audacia y resistencia.

Más de ocho mil kilómetros de aventura, atravesando tupidas selvas y soportando temperaturas abrasadoras, los conquistadores europeos avanzaban embutidos en pesadas corazas, desafiando un clima implacable y una naturaleza salvaje e inexplorada. Cada paso era una batalla contra lo desconocido y, frente a ellos, se erigía un imponente imperio que gobernaba con puño de hierro, subyugando a los pueblos vecinos con una crueldad escalofriante.

En medio de esta epopeya, en un siglo XVI marcado por la dureza y la sangre, se reveló algo más que guerra y ambición. A pesar de las atrocidades y de la lucha por el poder, emergió un encuentro de almas y culturas. Donde el castellano veía al indio como igual, una vez convertido, se tejieron alianzas improbables y nació una conexión única, más allá de la ferocidad del tiempo. Entre la pólvora y la obsidiana, entre el choque de dos mundos, surgió un amor tan abrasador como el fuego de la selva, un génesis que dio lugar a una nueva raza y el embrión de una nación que marcaría la historia.

Es la historia de resistencia, pasión y transformación que define el alma de América, donde incluso en los tiempos más oscuros, el amor y la esperanza demostraron ser la fuerza más poderosa de todas.

La Hispanidad: Más Allá de la Leyenda Negra

Uno de los objetivos que me propuse al escribir esta novela fue desentrañar los mitos y las manipulaciones políticas que han empañado la comprensión de la Conquista. La Leyenda Negra, con su narrativa parcial y sesgada, nos ha dejado una visión limitada de un proceso que, aunque violento y doloroso, fue también el germen de una civilización mestiza única en el mundo.

La Hispanidad no fue, como algunos pretenden, una simple imposición; fue una compleja amalgama de culturas, lenguas y religiones, donde la resistencia y la adaptación dieron lugar al nacimiento de nuevas identidades. México, esa nación de espíritu indomable, no puede entenderse sin reconocer la fusión de sus raíces indígenas y su herencia española.

En Lágrimas de Quetzalcóatl, quise retratar a Cortés no solo como un hombre ambicioso, sino también como un visionario que navegó entre la épica y la tragedia. Su relación con Malintzin, la princesa indígena que cambió el curso de la historia, es el corazón de mi novela y una metáfora del mestizaje cultural y humano que define a México y a gran parte de América Latina.

En Yucatán, al recorrer los senderos donde los mayas dejaron sus huellas indelebles, me enfrenté a una verdad ineludible: esta tierra ha sido testigo de los más grandes sacrificios, pero también de las victorias más profundas del amor y la humanidad.

Es fácil juzgar desde el presente los eventos de la Conquista, pero detrás de cada batalla, de cada decisión, había hombres y mujeres enfrentando su tiempo con lo único que tenían: su fe, su voluntad y su humanidad. Este fue el terrible esfuerzo de quienes dieron forma al mundo que conocemos hoy. A través de mi viaje, descubrí que, más allá del oro y la gloria, la Conquista fue, en su esencia, una lucha por el amor. Amor a la supervivencia, amor por la trascendencia, y amor por el otro, aunque ese amor estuviera envuelto en contradicciones y conflictos.

Por tanto y en última instancia, Lágrimas de Quetzalcóatl es una oda al amor en sus múltiples formas: el amor apasionado entre Cortés y Malintzin, el amor filial que une a las generaciones, y el amor por la humanidad que sobrevive incluso en las circunstancias más sombrías. Al escribir esta novela, quise rendir homenaje al espíritu universal y humanista cristiano que ha definido nuestra historia, recordando que, aunque nacimos en el conflicto, también nacimos en la esperanza.

Hoy, al mirar atrás a mi viaje de 2015, no puedo evitar agradecerle a Yucatán por haberme dado no solo inspiración, sino una visión más profunda de lo que significa ser parte de esta increíble y eterna aventura llamada Hispanidad.

@tolmarher

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♬ Moxica and the Horse – Vangelis

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